Paseando por el Parque de El Retiro, en el Paseo de Venezuela, nos encontramos con un conjunto escultórico realizado en piedra granítica y bronce, obra de Victorio Macho, dedicado al Premio Nobel SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL.
Se trata de una fuente monumental donde, en primer término, destaca la figura del médico y científico que aparece tumbado. Con semblante serio parece reflexionar sobre su profesión y la delgada línea que separa la vida y la muerte, ambas representadas en sendas fuentes, que el autor coloca detrás de la figura del Premio Nobel, con las nomenclaturas “Fons Vitae” y “Fons Mortis”. En la primera, la protagonista es la vida (Fuente de la Vida), representada con una familia dando la bienvenida a un bebé. En la segunda, la protagonista es la muerte (Fuente de la Muerte), representada por una mujer apenada por la muerte de un hombre. Ambas fuentes aluden a la profesión de Cajal, médico y científico, de una forma alegórica y realista a la vez. Estos relieves funden la tradición y la modernidad. Si bien la idea es bastante clásica, la talla que Macho realiza se basa en formas geométricas que le dan un aspecto que puede recordar al vanguardismo del siglo XX.
Entre ambas fuentes, se levanta una escultura que reproduce una figura de Minerva simbolizando la sabiduría. Esta mujer aparece de pie, vestida con un atuendo parecido a una túnica griega, lo que da al conjunto un toque de gravedad y monumentalidad.
La figura del homenajeado se sitúa en el centro de un estanque, reclinado al modo de las figuras etruscas, con manto y el torso desnudo, recordando a un héroe clásico.
En general, todo el conjunto nos recuerda al clasicismo griego.
Esta fuente fue patrocinada por suscripción popular con motivo de su jubilación como catedrático, cuando cumplió los 70 años.
El proyecto de este monumento fue seleccionado en el concurso promovido por la Real Academia de Medicina, en octubre de 1922.
Pero el monumento no fue del gusto de D. Santiago Ramón y Cajal. No le gustó que le representara con el torso desnudo, que llegó a comentar al verla: “Yo nunca me he desnudado delante de ningún hombre…”.
Aun así, el monumento fue inaugurado el 24 de abril de 1926 por el Rey Alfonso XIII en un gran acto oficial al que Cajal no asistió. En su lugar envió un discurso en el que sorprendió a los asistentes declarando:
“Desapruebo, en principio, las estatuas en vida, aunque se erijan –éste no es mi caso- a varones eminentes en la Política, Artes y Letras y Ciencias. Para aquilatar la obra de un hombre es menester la perspectiva ideal del tiempo, de ese depurador implacable de prestigios y decantador de verdades”.
Una vez inaugurado el monumento, el Premio Nobel no volvió a entrar en El Retiro que, hasta ese momento, había sido su parque favorito para sus paseos.
No es la primera vez que Cajal intentaba soslayar los homenajes y honores. Tras la concesión del Premio Nobel, en 1906, se le ofreció ser ministro de Instrucción Pública, pero Cajal renunció a este honor y, ante la insistencia del Gobierno, aceptó ser designado senador vitalicio, ya que este cargo no conllevaba remuneración alguna.
La obra se hizo famosa porque fue reproducida en el reverso de los billetes de 50 pesetas emitidos por el Banco de España en 1935, año posterior a su muerte.